Es simbólico que Francisco haya entregado al mundo su Encíclica Laudeate Si, justo antes de esta visita a tres países con fuerte población indígena y con culturas originarias donde el respeto a la Tierra, a la Pacha Mama, es centro de su cosmovisión. Ha sorprendido a todos con ese texto que, si bien, es sobre el cambio climático, en su contenido profundo va mucho más allá. Apoyado en la certeza de lo que dice la ciencia y en las verdades de su religión, es categórico en señalar que el cambio climático es obra del ser humano y en gran medida por la explotación de los combustibles fósiles.

La fuerza de la argumentación del Papa es muy grande. Incorpora, además, el tema de la preservación del agua. ¿Cómo preservarla? ¿Cómo dar prioridad al agua para consumo humano? ¿Cómo señalar y cuidar este elemento que está llamado a ser lo que fue el petróleo en el siglo 20?

Francisco señala con gran convicción que la degradación ambiental obliga también a prestar atención a lo que llama la degradación humana. Es aquella derivada del vivir cotidiano de los pobres y excluidos de este mundo. Son consecuencia de esa otra contaminación: la que hace ciudades irrespirables, la que genera concentraciones urbanas con crecimiento desordenado, la que hace aparecer favelas y poblaciones callampas. Cuando el Papa vincula esa degradación humana con la crisis del medio ambiente, siembra las bases de lo que denomina una ecología integral, esto es un todo compuesto por la ecología ambiental, la económica, la social y la cultural. (…)  El Papa introduce el concepto de la justicia entre generaciones. ¿Cómo hago yo en mi breve paso por la tierra para disfrutar de lo que recibí de mis antepasados, pero garantizar que el disfrute que yo tuve se lo dejo a las generaciones venideras? Es un típico tema de la forma cómo los pueblos originarios a los que visita ahora entienden su relación con los antepasados y el mundo que buscan dejar a los que vienen detrás de ellos.

En el texto de esta Encíclica predomina un espíritu que me atrevo a llamar “político”, entendido en el origen de la palabra: la polis y la vida de los ciudadanos. Es un claro mensaje sobre la “raíz humana de la crisis ecológica”. Sobre cómo se fue produciendo ésta y qué es lo que ha ocurrido en este mundo cada vez más globalizado como resultado de la nueva tecnocracia. A partir de allí cuestiona lo que llama el paradigma tecnocrático, que ejerce su dominio y subordina la economía y la política. En otros términos, que la economía debe estar a su vez subordinada a la política.

Tal vez no exista otra región en el mundo donde sus palabras puedan encontrar un eco más profundo. Son nuestras preguntas cuando aún estamos a tiempo de no cometer los errores que otros registran en su desarrollo avanzado. Y eso reclama una actitud (…) para resolver aquellos grandes desafíos como el calentamiento global del planeta y los efectos que este produce afectando la futura supervivencia del ser humano en nuestro planeta. Por ello, el suyo es un llamado urgente a cuidar nuestra casa común, ahora, cuando aún estamos a tiempo para ello.

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