28Jul
2015
Escrito a las 7:12 pm

cumbre_G20_2008_La caída del muro de Berlín en 1989 impulsó un debate por las orientaciones de los gobiernos progresistas. El colapso del sistema soviético generó un replanteamiento entre los socialdemócratas y progresistas sobre cómo acercarse al nuevo orden mundial caracterizado por la globalización, la revolución de las nuevas tecnologías de información y los complejos cambios sociales que dieron paso a una sociedad posmoderna más diversa.


La renovación se dio a través de la llamada Tercera Vía que dio forma a estas discusiones y centró su desafío en identificar cómo las políticas públicas podían combinar las capacidades del Estado; las de los grupos sociales y la sociedad civil con las fuerzas del mercado. Esto implicaba no sólo un conjunto de nuevas disposiciones, sino que también una forma distinta de hacer política progresista, que dieron origen a la primera reunión de políticas progresistas entre Estados Unidos, Italia, Reino Unido, Brasil, Francia, y Alemania en Florencia en 1999 y a sucesivos encuentros posteriores en Poznan, Estocolmo y Londres, en los cuales se incorporaron Chile, Suecia, Nueva Zelanda, entre otros países. Las discusiones en estas instancias se centraban en cómo fortalecer las instituciones democráticas, estimular un mayor crecimiento, y mejorar la justicia social. Este fue el progresismo en acción.

La crisis económica mundial de 2008, tal como lo hizo la caída del Muro de Berlín en el siglo pasado, impulsó, en el sector progresista, una importante reflexión sobre la ideología neoliberal imperante en el mundo. La primera respuesta a este escenario, la impulsó el entonces presidente conservador de Estados Unidos George W. Bush, quien llamó a la primera reunión de líderes del G-20 en septiembre de 2008, ampliando el G-7 a la participación de los líderes de las economías emergentes.

Del mismo modo que se creó una nueva institucionalidad, se impuso una intención de generar un consenso activo sobre cómo responder a la crisis. La Cumbre del G-20 en Londres de 2009 acordó reactivar rápidamente la economía mundial con nuevos flujos de capital. Al G-20 le tomó sólo 30 minutos llegar a acuerdo para elevar las reservas de capital del FMI de US$ 250 mil millones a US$ 750 mil millones.

Sin embargo, en la siguiente reunión del G-20 en Pittsburgh este consenso comenzó a desmoronarse. Surgieron diferencias sobre las estrategias de cómo seguir y la falta de una visión progresista común se hizo evidente. Mientras el presidente Obama hacía hincapié en la necesidad de reactivar la economía a través de inversiones similares al enfoque de Roosevelt para el New Deal; en Europa se afianzaba una política de austeridad. Los socialdemócratas, al menos en Europa, habían perdido el argumento.

Mirando hacia atrás, es difícil de determinar por qué la colaboración que parecía tan obvia en Florencia y Poznan no fue posible después de la crisis ¿por qué los progresistas no utilizaron la crisis como una oportunidad para expresar su opinión?

Siete años después de la crisis económica global, no debería sorprendernos que todavía no estemos ante una recuperación económica completa, la que habría requerido una respuesta inequívocamente progresista. La ausencia de una respuesta socialdemócrata a la crisis, impulsó una pérdida de legitimidad hacia las instituciones democráticas y alimentó la ira y la alienación de un populismo peligroso en la extrema izquierda y derecha. Por esto, de cara al futuro, esperamos que la nueva generación de progresistas europeos dirigidos por Matteo Renzi y Manuel Valls tenga éxito donde otros han fracasado; implementen políticas que disminuyan las desigualdades y paguen los enormes déficits que se han acumulado a través del estancamiento económico. Es hora de un nuevo enfoque en Europa.

En todo el mundo hay nuevos retos que se avecinan; nuevos desafíos que pueden convertirse en oportunidades si las enfrentamos con un nuevo modo de pensar. Como lo hemos hecho antes, los progresistas debemos volver a liderar el camino con nuevos análisis e ideas. Es hora que la nueva generación responda a las eternas preguntas sobre cómo profundizar la democracia, lograr una mayor justicia social, y, en última instancia, cómo construir una sociedad inclusiva que garantice la dignidad de cada ser humano y en donde cada uno tenga su lugar bajo el sol.

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