24Jun
2016
Escrito a las 1:32 pm

El pasado 19 de junio vivimos las primeras primarias municipales abiertas a voto ciudadano. Luego de una accidentada inscripción de candidatos por parte de la Nueva Mayoría y en pleno período de Encuentros Locales Autoconvocados en los que se discuten sobre lo que queremos para nuestra Nueva Constitución, estas primarias fueron un acercamiento al nuevo sistema electoral instaurado plenamente luego del fin del sistema binominal.

Más allá de las distintas interpretaciones que se puedan realizar, la participación ciudadana en este proceso fue muy débil y, paradójicamente, no se condice con la demanda social por un sistema político más inclusivo, materializado en la exigencia por nuevas instituciones que generen espacios de participación y que canalicen las necesidades sin tener que salir a protestar a la calle para hacerse escuchar.

Un ejemplo de estas instituciones es el “referéndum revocatorio”, tan de moda por la situación venezolana que, además, tuvo un 60% de apoyo en tuconstitución.cl. El referéndum consiste en que a mitad de período, un universo de participantes representativos de una comunidad tiene el derecho de pedir la revocación del mandato de la autoridad en cuestión. Como toda institución, tiene una consecuencia política negativa que, en este caso, es asumir que el presidente o alcalde tomará las decisiones políticas o económicas más complejas de su mandato, pasada la mitad de su período, es decir, una vez que la posibilidad de realizarse el plebiscito ya haya sucedido.

Sin embargo, en un escenario en el que hemos crecido económicamente y demandamos transformaciones políticas que configuren una democracia más inclusiva, nos hemos malacostumbrado y olvidado nuestros deberes. Así como las instituciones políticas deben asegurar los derechos, también tienen que propiciar que los ciudadanos cumplan con sus deberes y que responsablemente le dediquen un minuto de su tiempo a pensar qué es lo mejor para el país. Por esto el voto es el deber mínimo de todo ciudadano y tiene que ser obligatorio.

El voto obligatorio fue establecido por Jorge Alessandri Rodríguez en 1958, cuando decretó que para que toda cédula de identidad sea válida, debía estar acompañada con la constancia de la última vez que se votó. Esto se tradujo en un aumento del universo electoral y en la incorporación política de comunidades marginadas de la democracia hasta ese momento.

El tema de lo voluntario comenzó durante la dictadura, cuando se estableció la contradicción que la inscripción en los registros electorales debía ser voluntaria, pero una vez que se realizaba era obligación votar. Con esta política los partidarios del gobierno militar se inscribieron masivamente, mientras que la oposición discutía (y dudaba) sobre la validez de la inscripción. Como consecuencia, la gran exigencia durante la transición democrática fue hacer la inscripción automática y obligatoria.

Asimismo, durante mi mandato como Presidente dije que lucharía para que la inscripción fuera automática y el voto voluntario, yendo en contra de la lógica de la dictadura. Sin embargo, con el tiempo y luego de estudiar profundamente el tema, he llegado a la conclusión de que el voto debe ser obligatorio, por lo que estoy en desacuerdo con el sistema actual, es decir, el voto 100% voluntario, con inscripción automática.

El no votante hoy, más que nunca, desconfía de las instituciones y en la política en general y difícilmente reacciona a la competitividad de una elección o a la calidad de las propuestas. En este contexto, el voto voluntario elitiza al electorado y profundiza la separación entre los “apolíticos” y el poder político ya que ambos pueden ignorarse mutuamente, lo que, con el correr del tiempo, da paso a una democracia menos inclusiva. La instauración del voto 100% voluntario, entonces, tiene evidentemente consecuencias dañinas para la calidad de nuestra democracia.

El sistema democrático permite a los ciudadanos deliberar y decidir respecto de cuáles son los bienes públicos que se deben garantizar a toda la población, en qué magnitud se deben entregar y cuáles son las definiciones estratégicas del tipo de sociedad que se desea construir. Sin embargo, si no se participa a través del mecanismo existente, es decir el voto, difícilmente la democracia representará al pueblo soberano.

Aprovechemos el actual proceso constituyente y volvamos a instaurar el voto obligatorio en nuestra nueva Constitución. No olvidemos que ser ciudadanos implica exigir y disfrutar de los derechos, al mismo tiempo que asumir con responsabilidad nuestros deberes. No dejemos en manos de una minoría lo que debe ser decidido por todos los chilenos.

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