13Sep
2018
Escrito a las 3:03 pm

morandé80Tal como hemos visto este último tiempo, las heridas producidas entre el 11 de septiembre de 1973 y el 11 de marzo de 1990 todavía están abiertas y aún queda un largo camino para cerrarlas. Sucesos como el cuestionamiento del rol del Museo de la Memoria o la libertad condicional a cinco condenados por violaciones a los derechos humanos significan echar tierra sobre el dolor de miles de chilenos y chilenas; es negar las páginas más oscuras de nuestra historia y profundizar la fractura social y ética de nuestra sociedad.

Nada justifica, de ningún modo, lo que sucedió cuando agentes del Estado persiguieron organizadamente y con violencia inusitada a quienes pensaban distinto. Se violaron sistemáticamente los derechos humanos: se asesinó, se torturó, se detuvo y se hizo desaparecer a personas.

No se nos puede olvidar esa parte de nuestra historia cuando, en dictadura, se asesinó al ex Comandante en Jefe del Ejército, Carlos Prats y a su mujer Sofía Cuthbert y también al ex canciller del gobierno de Salvador Allende, Orlando Letelier. No se nos puede olvidar que se intentó asesinar al ex vicepresidente Bernardo Leighton y a su señora Ana Fresno. E incluso, no se nos puede olvidar que, aparentemente, se asesinó el ex presidente Eduardo Frei Montalva.

Por esto, la construcción de una memoria colectiva es fundamental para avanzar hacia el reencuentro de un país que vivió una fractura tan profunda y el Estado tiene la obligación de liderar la búsqueda para lograr la máxima verdad, justicia y reparación.

El primer paso de este largo camino fue justamente haber recuperado la democracia a través del plebiscito de 1988 y la posterior elección presidencial. A partir de ahí, los gobiernos democráticos impulsaron diversas acciones: Patricio Alywin convocó la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación que presidió Raúl Rettig y que trazó los principales lineamientos de una verdad que había sido sistemáticamente negada hasta ese momento; la mesa de diálogo instaurada por Eduardo Frei incorporó a las Fuerzas Armadas al diálogo nacional sobre las violaciones a los derechos humanos. Luego durante mi gobierno se instauró la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, presidida por Sergio Valech, se volvió a la puertas de Morandé 80 y se promulgó la creación del Instituto Nacional de Derechos Humanos. Michelle Bachelet por su parte, inauguró el Museo de la Memoria y Sebastián Piñera cerró definitivamente el Penal Cordillera. Todas estas medidas han formado parte de un recorrido mucho más grande en el que hemos tratado a nuestra historia y sus traumas con responsabilidad, perfeccionando las acciones que nos llevan hacia la justicia y a la reparación y a la prevención de nuevos quebrantamientos de nuestra convivencia y sentido de humanidad.

Este camino nos demuestra, a su vez, cómo el país ha sido capaz de levantarse y consolidar su sistema democrático. En pocas semanas se cumplirán 30 años de ese histórico 5 de octubre cuando millones de héroes anónimos se unieron bajo una misma causa y derrocaron la dictadura pacíficamente. Preservar la memoria de este hito histórico es fundamental para la construcción de un futuro con paz social y, como un ejercicio de memoria necesario, la Fundación Democracia y Desarrollo está impulsando el proyecto 30 Más Chile que invita a todos los chilenos y chilenas a que nos cuenten sus historias sobre este proceso, a través de las cuales podremos construir una memoria compartida, con visiones diferentes, seguro, pero no fragmentada.

Nadie quiere que en Chile vuelvan a ocurrir las atrocidades que sucedieron durante la dictadura, y para eso debemos cuidar celosamente la convivencia conseguida con tanto esfuerzo en estos años y el irrenunciable patrimonio de nuestra historia republicana. Por esto no debemos borrar nuestra memoria sino transformarla en un relato compartido y en una advertencia para las nuevas generaciones acerca de la necesidad de cuidar el patrimonio básico de respeto a los derechos humanos. Así nunca olvidaremos que es posible encauzar pacíficamente los desacuerdos y aspirar a un futuro justo, solidario y, ante todo, libre y democrático.

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