31Mar
2016
Escrito a las 7:16 pm

pdi_5_miniEn marzo de 2011 dije: “Un país cohesionado es aquel en donde todos tienen la percepción o incluso la certeza, de que independientemente de la cuna en que nacieron, todos los niños dispondrán de un sistema educacional que les asegure igualdad de oportunidades. Si por igualdad de oportunidades entendemos la posibilidad de acceder a educación de calidad más allá de la capacidad de pago de cada uno, tenemos aquí una tarea todavía pendiente, no obstante lo que hemos avanzado”.

Han pasado cinco años, y el camino hacia la revolución educativa ha estado marcado por la discusión sobre la gratuidad. Sin embargo, la meta final, es decir, garantizar el acceso a una educación de calidad, es un camino de largo aliento en el que se requieren grandes acuerdos nacionales que permitan avanzar con solidez hacia la misma certeza: que mejorar la calidad en la educación pública equivale a una mayor movilidad social.

En el debate sobre la calidad de la educación es indispensable reflexionar sobre la irrupción de las tecnologías, las que han impulsado un cambio de paradigma en la forma de educar. Los padres y profesores análogos intentan transmitir conocimientos a los estudiantes nativos digitales. Los niños, antes de tomar un lápiz ya manejan instrumentos mucho más complejos como un celular, una tablet o un control remoto. Es así como un joven de 18 años que termina su educación secundaria habrá recibido cerca 800 mil horas de clases anual, además de 12 mil horas ante distintas pantallas. El nivel de conocimientos al que pueden acceder no sólo es infinito, sino que accesible.

A su vez, se estima que más de 100 mil estudiantes siguen cursos con certificados regulares en maestrías y doctorados en las más prestigiosas universidades del mundo, sin haber pisado nunca la respectiva sede universitaria. Este es el inicio de la transformación profunda de la educación tradicional y que supone un desafío que involucra no sólo el “qué” enseñar, sino que también en el cómo.

Para fortalecer la educación pública se tiene que entender que la igualdad de oportunidades en educación pasa por priorizar: tengo que dar más dónde hay menos. Por esto, lo central de la reforma está en un conjunto de temas que se deben abordar de manera integral y que involucran medidas de fortalecimiento de la educación pública; estrategias que dirigidas a garantizar la calidad y cómo hacemos para que, en último término, toda reforma educacional tenga lugar en las salas de clases. Para esto, es fundamental profundizar en el rol del profesor en el aula, la enseñanza que entrega y cómo lo hace.

La reforma educacional es una suma de partes en la que inciden diversos factores y que involucran tanto al Estado, como al Colegio de Profesores, al Consejo de Rectores, a instituciones privadas dedicadas a formar, a los estudiantes y a la sociedad civil en general. Sólo con un acuerdo nacional y a largo plazo permitirá que la educación pública sea una verdadera política de equidad, es decir, la base de una sociedad más igualitaria.

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