27Ago
2015
Escrito a las 12:39 pm

En el año 2000, durante mi primera cuenta pública al país siendo Presidente, señalé: “Chile debe asumir la vanguardia entre los países que usan las tecnologías de la información, especialmente internet, como motor de un nuevo progreso. Un progreso que se basa en la flexibilidad de las empresas y no en su tamaño, en la inteligencia de la gente y no en la cercanía geográfica, en la cooperación y no en el protagonismo. Estamos en el umbral de una época distinta y diferente”.

Quince años después podemos afirmar que ya nos encontramos en esa nueva realidad. La población con acceso a internet asciende a 3.000 millones de personas, lo que representa a prácticamente la mitad del mundo; por minuto se envían 240 millones de correos electrónicos y se realizan 4 millones de búsqueda en Google. El mundo cambió y lo hizo mucho más rápido que las instituciones políticas que recién ahora se están haciendo cargo del nuevo contexto que estalla frente a ellos. Ante sociedades cada vez más informadas y demandantes, las preguntas que surgen son: ¿cómo evalúo las demandas ciudadanas, cómo las considero?, ¿qué clase de participación le daré a nivel local, regional y nacional? ¿Pueden crearse formas y modalidades que encausen las protestas en las plazas de una manera civilizada?

En algunos países estas discusiones se han materializado en prácticas concretas, como el referéndum revocatorio en Venezuela que permite, que en la mitad del período presidencial los ciudadanos le revoquen el poder del Presidente, las plataformas de participación ciudadana en la discusión legislativa en Finlandia o el debate virtual de la nueva Constitución en Islandia.

Por otra parte cuando las tecnologías de la información se incorporan en el ejercicio público, permiten ejercer una mejor gobernabilidad, otorgar legitimidad a las instituciones políticas e introducir los cambios demandados oportunamente, al mismo tiempo que modernizan su aparato estatal. Hoy en Chile, por ejemplo, esto se ve reflejado en la profunda transformación que ha tenido en estos 15 años el Servicio de Impuestos Internos, que ha llevado a que todos los chilenos realicemos nuestras declaraciones de impuestos a través de internet.

Philip N. Howard en su libro la Pax técnica plantea que en un futuro próximo la estabilidad global se construirá a partir de una red de dispositivos que empoderarán a los ciudadanos; harán gobiernos más transparentes y ampliarán el acceso a la información. Estas capacidades convivirán con las enormes posibilidades de los medios digitales en amenazar la privacidad, manipular a sociedades e incluso poner en riesgo la seguridad ciudadana. Son dos caras de la misma moneda, son dos desafíos que vienen de la mano.

Si las nuevas tecnologías se involucran activamente en los gobiernos tenemos una oportunidad única de dirigir la construcción de nuevas sociedades, más inclusivas y participativas.

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