En pocos días más el denominado G20 tendrá su cita en Hamburgo. El grupo de países industrializados y los llamados emergentes revivirán su encuentro anual, pero esta vez con una variante no menor: por Estados Unidos se sentará a la mesa Donald Trump.
Su voz será distinta a la de sus predecesores, instalada en la trinchera del proteccionismo y en dura confrontación con el orden multilateral que ha simbolizado el G20. Llegará diciendo, entre otras cosas, que ahora Estados Unidos rechaza las decisiones de la Organización Mundial de Comercio y amenaza con ignorar sus fallos. México hace poco logró que la OMC lo autorizara a imponer sanciones a Estados Unidos por discriminar al atún mexicano. Pero, de un informe conocido recientemente se desprende que Trump pretende ignorar los fallos de la OMC que él considere una afrenta a la soberanía de Estados Unidos.
Por eso habrá tensiones y la tarea no será fácil para la Canciller Ángela Merkel como anfitriona. El G20 nació tras irrumpir la crisis económica de 2008 y fue el propio George W. Bush que, dejando de lado sus convicciones, asumió que el G7 de los países industrializados no tenía capacidad suficiente para encontrar salidas ante la catástrofe.
Había que sumar a otros como China, India, Corea del Sur, Sudáfrica y las tres economías latinoamericanas más grandes: Argentina, Brasil y México. La idea era tener un foro de cooperación y consulta para llevar adelante políticas en favor del crecimiento y de los mercados abiertos, teniendo en cuenta los alcances sociales y políticos de tales medidas. No es que se hayan dado consensos fáciles, pero nunca se ha pensado impulsar el proteccionismo como fórmula de reordenamiento económico mundial. Es lo que no entiende Trump y allí está el origen de las tensiones.
Ya en la reunión de las organizaciones financieras internacionales y los ministros de Finanzas del G20, en marzo pasado, se notó el cambio en la Casa Blanca. En esencia allí se negó el concepto de comunidad global. Para el gobernante norteamericano y sus colaboradores directos, el mundo es un campo de batalla, una arena internacional, donde los intereses políticos, económicos, sociales, culturales, morales y religiosos se enfrentan unos a otros.
Con estas dos visiones, tan distintas de las relaciones internacionales ¿Cómo avanzar hacia una comunidad global, aquella que busca compartir valores fundamentales para el ser humano y construir mejores condiciones de vida para todos?
El anuncio del retiro de Estados Unidos del Acuerdo de París sobre Cambio Climático es sólo un botón de muestra, pero es allí donde está el meollo de la cuestión. En Hamburgo, con la dureza que se presume, tendremos una discusión preliminar de muchas tensiones a registrarse en 2017 y el 2018, para dar forma a una estrategia de avance desde la cual dar gobernabilidad a la comunidad global.
Todo esto cabe mirarlo con el máximo interés desde la América Latina, ya que la próxima Cumbre del G20 tendrá lugar en Argentina. Y por eso fue tan significativa la reciente visita de la Canciller alemana por este país y México. Es cierto que en 2012 el encuentro tuvo lugar en el país azteca, pero este salto al sur y ahora con una confrontación tan evidente entre la primera potencia mundial y los demás países del escenario económico global, hacen que la presidencia de Argentina del G20 ocurra en un momento particularmente crítico en el orden internacional.
Por una parte, será importante como Argentina, en tanto país anfitrión, más México y Brasil, generan una reflexión conjunta con otras economías de la región para avanzar en una cierta mirada común del orden mundial que queremos. Se trata de buscar lo mejor para nuestros propios intereses. Pero también es el momento de acercarse más a otros socios.
¿Qué piensan los líderes africanos que están en el G20? ¿Cuál es la posición de los países asiáticos, cada vez más integrados en ASEAN? ¿Cómo debería evolucionar nuestra relación, especialmente la del Mercosur con la Unión Europea, para una mayor integración económica con valores compartidos? ¿Es posible explorar también una mayor convergencia con China, cada vez más convocada a llenar el vacío que deja Estados Unidos, si sigue con la política Trump?
Para los países de economías emergentes es esencial defender el sistema acordado con la OMC: tener donde llevar las quejas, presentar pruebas y lograr arbitrajes cuyos fallos sean obligatorios. Trump amenaza con salirse de la OMC, no cumplir los fallos y aplicar aranceles cuando le parezca. Argentina, como conductora del G20 a partir de ahora, tendrá que fortalecer la vigencia del sistema OMC con mucha energía.
En este marco, es importante asumir una secuencia de foros que, de una u otra forma, traen a esta región del mundo el debate y la búsqueda de un ordenamiento global serio, participativo y con visión común ante los grandes cambios del siglo XXI.
En enero 2018 se reunirán en Chile los Cancilleres del Foro CELAC-China; en julio 2018 G20 en Argentina; en noviembre 2019 Cumbre de APEC en Chile. Y todo ello cruzado por nuestras propias definiciones políticas presidenciales. Vienen tiempos de grandes desafíos donde lo local y lo global estarán inter-relacionados como nunca antes.
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