25Dic
2021
Escrito a las 5:18 pm

Normalmente esta columna analiza temas internacionales. Pero, en esta oportunidad, porque así lo amerita lo vivido, hablaremos de Chile. Porque, mirando las reacciones registradas en el exterior, cabe hacerse una pregunta que acarrea responsabilidades: ¿por qué esta elección ha concitado tanto interés internacional?

Primero, veamos el contexto y las circunstancias. Hoy el mundo está en una encrucijada donde todos estamos buscando respuestas a las interrogantes que nos atraviesan y donde, en lo inmediato, predominan los cuestionamientos ante una pandemia sin perspectivas de un fin próximo. Como dijo el Secretario General de Naciones Unidas a mediados de 2020, “el Covid-19 se ha comparado con una radiografía, revelando fracturas en el frágil esqueleto de las sociedades que hemos construido”. La revolución digital ha acelerado su presencia trayendo una profunda transformación en nuestro modo de vida, especialmente en los espacios del trabajo y la educación. El reto del cambio climático sigue ahí con acuerdos aún muy parciales frente a la dimensión de su impacto. Las mujeres aún tienen importantes obstáculos a vencer en su lucha por la igualdad. Las urgencias por avanzar sin retornos hacia un desarrollo sostenible son evidentes. La ciudadanía lo sabe y lo siente.

En un escenario incierto y desconocido, se buscan nuevos derroteros y se mira hacia líderes jóvenes capaces de guiarnos en este cambio de época. Así se han dado las opciones por las Primeras Ministras de Nueva Zelanda y Finlandia, como también antes en Canadá. Todos líderes menores de cuarenta años.

La elección de Gabriel Boric coincide entonces con una tendencia que marca rumbos en el mundo y, por ello, desde muchas latitudes se mira a Chile con expectación. Una elección presidencial que parecía muy polarizada y reñida tuvo un desenlace, desde el punto de vista de las instituciones republicanas, impecable. En numerosas capitales, incluso de los países más desarrollados, se destacó con positivo asombro el funcionamiento del sistema electoral chileno y la rapidez en la entrega de los resultados. Y también se remarcó que, a poco de conocerse el nombre del futuro mandatario, su contrincante, José Antonio Kast, lo visitara dando así una señal de respeto a lo que la ciudadanía acababa de expresar con su voto. Por su parte, el presidente Piñera felicitó al presidente electo Gabriel Boric, en comunicación abierta que todo Chile pudo ver y escuchar donde, además lo invitó a almorzar a La Moneda para acordar la mejor forma de efectuar la transmisión del mando.

A partir de ese momento el mundo entero informó y dio a conocer las distintas reacciones de líderes internacionales sobre el triunfo del candidato que será el Presidente más joven que ha tenido Chile: 36 años al momento que asuma en marzo. La Unión Europea, a través de su Alto Representante para los Asuntos Exteriores, Josep Borrell, señaló su alegría por el desarrollo inobjetable del proceso y adelantó su asistencia a la transmisión del mando, haciendo un especial énfasis en fortalecer vínculos con Chile. Por su parte, el Secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, demostró su total disposición a trabajar en conjunto para fortalecer los sistemas democráticos de la región y a asegurar las condiciones económicas y de solidaridad que enfrenten la crisis sanitaria mundial. En Latinoamérica, las felicitaciones también se dieron con prontitud. Entre las primeras estuvieron la del presidente de Argentina, Alberto Fernández, quien ofreció su colaboración para “fortalecer los lazos” que unen a ambos países, y la del mandatario peruano, Pedro Castillo, quién lo felicitó señalando que la victoria alcanzada era también la de su propio pueblo.

En los medios de influencia internacional hubo un consenso: en Chile llega una generación de recambio. Para la televisión alemana DW-TV es una elección histórica que marca un antes y un después porque “trae un algo nuevo en la forma de comunicar y hacer política”. Según el diario inglés The Guardian, cabe ubicar al nuevo mandatario en la tradición socialdemócrata europea, que también está buscando nuevos contenidos y proyecciones de su visión política. Aproximación emerge no sólo en Chile, sino también en Alemania, Portugal y Grecia, un sector socialdemócrata que tiene mucho que aportar en enfrentar los grandes cambios que vivimos.

En 1988 Chile asombró al mundo cuando logró, sólo con un lápiz en mano de millones de chilenos, terminar desde las urnas con la dictadura militar. Vino un itinerario político complejo, cuya meta siempre fue ampliar los espacios democráticos. Fue ese devenir, donde la alternancia en el poder con distintos signos demostró la fortaleza democrática del país, lo que nos trajo a esta elección. No es menor lo registrado en los últimos dos años. Un estallido social inesperado, que llevó a definir un cauce donde, por la vía democrática, se instaló una Convención Constituyente marcada por la paridad de género y la presidencia de una distinguida representante de los pueblos originarios. Y, si todo marcha con las certezas, criterios y consultas ciudadanas pertinentes, será el joven Presidente Boric quien firme la nueva Constitución.

El mundo hoy está mirando cómo lo vamos a hacer. La tarea no es menor, hay obstáculos y ciertas amenazas que ya asoman. Por eso, la responsabilidad de Gabriel Boric y su equipo es enorme. Ya en la transmisión del mando, con la presencia de representantes gubernamentales y, seguramente, de una amplia diversidad de rostros de la sociedad civil, se expresará este interés en ver cómo avanza Chile hacia una nueva etapa de desarrollo. Aquí, en este país al sur del mundo, se estarán jugando nuevas ideas y miradas en el avance de la humanidad hacia un nuevo tiempo de justicia social y paz ciudadana.

Columna publicada en La Tercera

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